RELATO: UNA ROSA A LAS SEIS.

Y yo, ¿cómo lo veo? - my blog

Todas los días, inclusive los domingos, como hoy, me levanto a las seis de la mañana, salgo a la calle y camino cuarenta y cinco minutos a paso muy ligero.
Aunque a mi me gusten mis rutinas, a nadie se le escapará ni a mi tampoco, que a veces puede dar pereza e incluso aflore un irrefrenable deseo de volver a la cama; pero el esfuerzo queda recompensado por los importantes beneficios demostrados que me aporta, y que tal vez algún dia, comente en este blog.

A esas horas, La Avenida Diagonal es un hermoso y solitario paseo, exclusivo para cuatro o cinco “locos andarines” entre los que me incluyo, y que imagino, conocedores de las ganancias resultantes de este hábito.

Sabados y domingos, coincidiendo con la hora de cierre de las discotecas, la soledad mañanera deja de existir, dando paso a un enorme y alegre gentío juvenil que abandona dichas salas; y forman pequeños corrillos bulliciosos, sin control por la euforia vivida hasta más allá de la madrugada, mientras esperan  los codiciados taxis.

Esta mañana, diluído entre aquella abundante juventud, observé con curiosidad uno de los grupos, en el que algunas de las chicas portaban rosas en las manos.
De improviso, una se desplazó cruzandose en mi camino; retuve la marcha unos instantes, y aquella joven, con una gran sonrisa y exquisita cortesía, me dijo:”Tome señor, una flor para usted”(textual). Y me ofreció la rosa que llevaba.

Aquel impulso inconsciente y afectivo, de su corazón de dieciocho años aproximadamente, hacia una persona desconocida como yo, me dejó tan gratamente sorprendido, que solo acerté a decirle: “Gracias, muchísimas gracias”.
Sonrió y volvió con su grupo, mientras yo, emocionado, reanudé mi paso, con  una rosa en la mano, a las seis de la mañana.

Un saludo

Angel Denic

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