UNA SEMANA INOLVIDABLE

Y yo, ¿cómo lo veo? - my blog

Es dificil de olvidar la primera semana de trabajo, como aprendiz de una profesión que nos guste y que haya durado toda la vida; y si además coincide(como es mi caso), que fue la última del año, el recuerdo es aún más vívido.

Un capítulo de mi libro autobiográfico: “Con pelos y señales” lo he dedicado a describir anécdotas de aquella semana.
Hoy lo he resumido para presentarlo en mi blog, como el último relato de 2022.

           Capítulo 4  La Semana Inolvidable.

… Concretamente aquella semana me tocó salón, junto con una de mis compañeras. Mercè, no lo olvidaré. Y te preguntarás: ¿Qué és eso de “tocar salón”? Muy sencillo: además de hacer el trabajo habitual, lavar cabezas, aplicar tintes etc.habia que procurar que todo estuviera en orden, barrer, recoger las toallas, organizar el material en los carritos, etc. En fin, mantener el salón impecable.Por la noche, después de marcharse todo el personal, solo quedaban la recepcionista cuadrando la caja, el director y los “agraciados” que les había tocado salón.

¿Qué pasó aquella semana? Que era la última del año, y si alguien ahora mismo intenta suponer el volumen de trabajo del salón Balmes LLongueras, el 31 de Diciembre de 1965, sencillamente no puede. Si no estuvo allí, no puede.
Nadie se imagina la cantidad de clientas que quedaban en el salón a la hora de cerrar. El trabajo seguía en activo como si fueran las diez de la mañana, a pesar que eran las diez de la noche.

Total, que cuando se marchó la última clienta, todo el personal desapareció, salvo la recepcionista, el director, mi compañera Mercè y yo, que debíamos arreglar el desastroso salón que había quedado tras la batalla de aquel día de fin de año.
Comenzamos a recoger y ordenar todo lo que había por medio: Toallas, útiles de tintes, carritos,etc, hasta terminar barriendo el salón.

Recuerdo muy bien, que mientras acuclillados, recogíamos las pinzas y pinchitos que encontramos en el montón de pelos que habíamos barrido, a mi amiga Mercè le caían unos silenciosos lagrimones, sin decir palabra, pero sí, dándose cuenta de lo que estábamos haciendo, de la hora que era y del dia tan señalado que estaba terminando.

Al final nos fuimos todos, deseándonos un feliz Año Nuevo.

El salón estaba situado en la parte alta de la calle Balmes, y yo vivía al lado de la plaza de Lesséps, a menos de quince minutos andando.
En la plaza había y hay, una iglesia con un reloj, y quiso la casualidad que pasara por allí, justo cuando daba las doce campanadas, és decir, pasé el fin de año en medio de la calle, camino de mi casa y pensando ¿Habré escogido la profesión adecuada?

Hoy, cincuenta y siete años después, puedo decir que sí. Escogí bien y adecuadamente.
Salvo algunos reveses y problemas en mi vida, causados por errores en mis decisiones, y no atribuibles a la profesión; estoy satisfecho con ella.
Me ha dado alegrías, muchos y muy buenos momentos, libertad laboral, y el poder de mejorar el aspecto de muchas personas, con el pequeño plus de felicidad que eso les proporciona.

       Saludos y un abrazo a todos.    FELIZ  AÑO  NUEVO. 

Angel Denic

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