Relato: Un día de perros

Y yo, ¿cómo lo veo? - my blog

…. Continuación…. Mientras esperaba un teléfono libre, pensaba: A ver que coño le digo al marido de esta señora para que no se asuste, porque tal como va el día, igual se me muere hablando por teléfono.
Pronto quedó uno libre; puse unas monedas, miré la tarjeta para ver el número y…( no me lo podía creer), parpadeé varias veces, pero estaba bien claro: Ismael Ruiz de Peñalba. Director.
Casi nada; tenía que hablar con uno de los directores de cine más importantes de España para comunicarle que su esposa estaba en el hospital.

Era un teléfono privado de su oficina y se puso él directamente. Me identifiqué y le expuse el caso con mucha calma(aún no sé de donde la saqué) el hombre me lo agradeció y me dijo que salía de inmediato para el hospital.
Al rato entró y se dirigió al mostrador de recepción.No le conocía en persona, pero le había visto a menudo en medios de difusión.
¿Cómo no iba a reconocer a aquel famoso personaje?
Me acerqué, le saludé, y me identifiqué de nuevo.Parecía una persona muy amable y cordial, le expliqué con detalle lo sucedido(por suerte no me dio la risa) y me dijo:”Tranquilo, son cosas que pasan y no se pueden evitar”.
Se lo agradecí y le dije que si no le molestaba, telefonearia a su casa para interesarme por su esposa.

A última hora de la tarde llamé y me sorprendió que ella misma atendiera el teléfono; por lo visto,le habían hecho varias pruebas cuyo resultado confirmó la levedad del accidente, muy aparatoso pero nada grave, solo una herida en la ceja.
En fin, agradeció mis atenciones, lo cual me tranquilizaba bastante porque en mi interior me responsabilizaba por no haberla sujetado bien. Para más alegría, me invitó la tarde siguiente a tomar café en su casa.

¡Coño! Yo tomando café con Ruiz de Peñalba y señora, en su casa; no me lo podía creer. Evidentemente fuí.
Entré en aquel fabuloso ático y casi me impresionó más el tremendo moratón del ojo de la señora, que la magnífica decoración de aquella majestuosa casa.

Empezamos a hablar del accidente. Seguidamente yo les comenté en tono jocoso todas las”cosillas” que me habían sucedido aquel día, y al final terminamos hablando…¿De qué? Pues de cine ¿De qué íbamos a hablar?  Les comenté que hacía poco, había terminado mis estudios cinematográficos, mi posterior intervención en un par de cortos sin mayor importancia, la búsqueda incesante de nuevos trabajos,etc. Total, un par de horas de charla amena e interesante.

Cuando me despedía, el señor Ruiz me dio una tarjeta y me dijo que casualmente a mediados del mes siguiente, necesitaría actores noveles para una película, no me aseguraba nada, pero sí una prueba.
¿Qué ocurrió? Pues que las cosas, a veces salen bien: pasé la prueba e hice un papel.
Como por arte de magia, después de aquel, hice otro más importante, después otro, y otro, así empezó todo a salir cada vez mejor, hasta llegar a ser quien soy en el cine actual.

¿Quién me iba a decir aquel día de perros, que la cosa terminaría así? Ni que decir tiene que el éxito se debe, modestia aparte, a la calidad profesional de mi trabajo, al menos eso creo; sin embargo, muchas veces,(más de las deseables)me pregunto:

-¿Y si aquel día, no se hubiera estampado contra el suelo la señora Ruiz de Peñalba?

                                            F I N

Un saludo

Angel Denic

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