LOS ANGELES DE LA U.C.I.

Y yo, ¿cómo lo veo? - my blog

Hay dias que no puedes olvidar jamás, quizá por algún hecho concreto, o bien, un momento muy feliz, o tal vez muy aciago. Para mí el 27 de febrero de 2025 lo recordaré mientras viva por una frase, una sola frase.

Dias atrás había sentido un dolor en el pecho que se extendía por los brazos. La sensación solo duraba unos minutos y lo achaqué a la falta de “fondo” ya que aparecía al andar por la calle con ligera pendiente. Sin embargo un dia volvió cuando estaba descansando en la cama.
Esto ya me “mosqueó” un poco y al dia siguiente por la tarde me presenté en Urgencias del Hospital Cima.
Le comenté mis sensaciones al médico de guardia y me dijo que me haría un análisis de sangre. Al rato me comunicó que debía esperar media hora para realizar uno nuevo y comparar, no me dijo qué.
Tras una espera que se me hizo eterna volvió a aparecer el doctor y me dijo una frase que nunca olvidaré:” Usted no puede salir de aquí.” Aquello fue un mazazo que me dejó fuera de la realidad.
Tras unos segundos, acerté a preguntar: ¿Qué me quiere decir doctor? y respondió:” que está a punto de tener un infarto y si se marcha se quedará tirado en cualquier momento. “Así, con toda su crudeza.

Ese jueves 27 de febrero ingresé en la U.C.I. y el lunes 3 de marzo me intervinieron para hacer un doble “bypass coronario”.
No voy a detallar todos los pormenores de esta delicada operación de alta cirugía y que por fortuna dos meses después y tras unos episodios de dolor inimaginables me encuentro en las mejores condiciones físicas que se puedan esperar.

Desde el momento de mi ingreso pude comprobar la magnífica asistencia proporcionada por el Hospital Cima.
Aquella misma madrugada se presentó de urgencia un especialista con dos ayudantes para hacerme un cateterismo y comprobar el alcance exacto de la lesión coronaria.
Al dia siguiente por la mañana un cardiólogo me explicó con todo lujo de detalles cómo se desarrollaría la intervención.
Dicha explicación me llevó al nivel máximo de terror que había ido acumulando desde el dia anterior.
Sin embargo, por la tarde sucedió algo que he llegado a considerar casi una experiencia mística.
Un desconocido de unos cuarenta y pocos años entró en la habitación, se acercó a la cama y me miró directo a los ojos. Aquella mirada azul nunca podré olvidarla por la sensación de paz y tranquilidad que me transmitió.
Más que dármela, me cogió la mano y sin soltarla ni desviar sus ojos de los mios me dijo: “hola Ángel, soy el cirujano.”
Sentí una emoción indescriptible y se me saltaron las lágrimas
Tras unos segundos de pausa, continuó:” tranquilo, todo irá bien, nos vemos el lunes. Me apretó la mano, la soltó y se marchó; dejándome con la más absoluta tranquilidad y sosiego.”
A partir de aquel momento, cuando refiero esta anécdota a familiares y amigos les digo que Dios vino a verme en versión humana. No soy especialmente religioso y no creo que ocurriera así, pero sí puedo decir que algo extraño pasó en aquella habitación.

No puedo terminar este relato, sin expresar mi admiración y mi cariño al grupo de enfermería de la U.C.I. casi todo mujeres; auténticos ángeles abnegados y entregados que me cuidaban constantemente y que consiguieron que mis dias allí, a pesar del dolor, fueran más llevaderos y en cierto modo, felices.

Nunca los olvidaré, gracias, muchísimas gracias.

 Saludos, Ángel Denic. 

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