– Hola Carlos ¿Ya te has despertado?
– Si Luis, voy a ver si como algo ¿Ha venido el
niño?
– Sí, hace un rato. Se asomó, estuvo mirando, me
acarició un poco, dejó una hoja de morera fresca y se marchó.
– Menos mal, tengo un hambre que no puedo con mi
cuerpo.
– Solo piensas en comer, estás muy gordo.
– ¿En qué quieres que piense? Esta vida es muy aburrida.
Nuestra única faena es dormir y arrastrarnos de un lado a otro de la caja.
Además odio arrastrarme, lo encuentro degradante.
– Y ¿Qué quieres? ¿Volar?
– Eso sería maravilloso, no pido tanto, pero al
menos, andar como el niño que nos cuida. Él va y viene, está de pie.
– Bueno, cada uno tiene su naturaleza.
– De acuerdo Luis. Pero lo nuestro es un sinsentido.
– Qué va. Tenemos una misión muy importante.
– ¿Importante? Hacer un capullo de seda para que
nos sirva de tumba ¡Vaya importancia!
– Eres muy negativo, ¿ Quién sabe que pasará
después?
– ¿Qué va a pasar? Nada de nada. Además, esto se
acaba, yo ya he empezado a sentir las señales para iniciar mi labor final.
Pasado un tiempo:
– En fin Luis, hoy termino mi trabajo. Supongo que
no volveremos a vernos. Mi única alegría ha sido conocerte y que hayamos sido
amigos.
– Ánimo Carlos, no desesperes, debe haber algo más.
– Tal vez Luis, tal vez…En fin, voy a cerrar la tapa,
adiós.
Unos
días después:
…- ¡Dios mío! Luis, al fin has vuelto. Hace tres
días que te espero. Y quiero decirte que tenías mucha razón. Me he llevado la
sorpresa de mi vida. Mi repugnante existencia anterior mereció la pena: Soy
inmensamente feliz.
Me he transformado en mariposa y ¡Mírame! ¡Puedo
volar!
Un saludo
Angel Denic
Maravilloso relato
Muchísimas gracias
Un saludo
Angel Denic