El 29 de Mayo falleció mi maestro. ¿Qué voy a decir de Él? que era el mejor, que era un genio. ¿Para qué?, todos lo sabemos.
Prefiero decir algo más cercano y personal. Voy a transcribir parte de un capítulo de mi libro, dónde reflejo un ligero destello de su forma de ser.

                .                 Capítulo 10 Miércoles

  …al final de la jornada cerrábamos la peluquería y todo el mundo a su casa. Sin embargo, cerca de las diez de la noche sucedía un evento muy particular. Volvíamos a abrir el salón para nosotros.
Varios estilistas de Rambla, algunos de otros salones y algún que otro ayudante, entre los que me encontraba. Todos voluntarios. Nos reuníamos con el señor Llongueras, que volvía de nuevo para dar una clase magistral.

Alrededor de la enorme mesa de posticería, se colocaban en los soportes varias pelucas nuevas, y el señor Llongueras iba explicando técnicas de corte, trucos, detalles, marcados, etc. Era una magnífica forma de aprender.
Allí estábamos un par de horas, tal vez pueda parecer increíble hacer prácticas de peluquería a las 23.30 h.
Y no quedaba ahí el asunto.
Al terminar, casi todos marchaban a casa, pero los que quedábamos nos reuníamos con nuestro maestro y jefe, en “La luna”, un restaurante en la esquina de Rambla de Catalunya con la plaza del mismo nombre, hoy ya no existe.
Tomábamos unos bocadillos, y tras una distendida charla, el señor Llongueras abonaba la cuenta de todos y con su propio auto nos acercaba a nuestras casas, a los tres o cuatro que a aquellas horas nos habíamos quedado sin medio de locomoción.

¿Conoces a alguien más que haga esto? Porque yo no.

                                Barcelona 1966

                  Gracias, gracias por ser como era.
                      Hasta siempre, Maestro.

                                                                 Ángel Denic