Cada época del año tiene su encanto.
La Naturaleza con su diversidad crea las características que nos hacen sentir mayor o menor satisfacción, dependiendo de las preferencias de cada uno.

La Primavera, con su explosión de nueva vida y su relativa neutralidad de temperatura, ni frio, ni calor, tiene la aceptación casi general de todos.

El Otoño, primo hermano de la Primavera, nos trae la decadencia de aquella vida que nació pocos meses antes y que en cualquier bosque nos presentará un singular espectáculo de color que solo la Naturaleza es capaz de crear.

El Invierno tiene sus admiradores, entre los que no me encuentro.
Respeto sus gustos y aficiones aunque no las comparto. La sensación de frio y oscuridad son un incordio para mí y motivo suficiente de mi poco aprecio por sus, seguramente, múltiples encantos.

Y queda el Verano, mi querido verano.
A veces expresamos el número de años vividos, por primaveras:
“Veinte primaveras, treinta…” Yo no. Mi pasión por el verano me lleva a contar por ellos.
He vivido setenta y cinco veranos, incluido el Julio en que nací.
¡Que alegría! ¿Mucho calor? Cierto, y¿Qué? Energía, Sol, luz, playa, vacaciones.

Veintiuno de Junio, el dia más largo. La mayor parte del año espero con ansiosa ilusión que vuelva a llegar ese dia por lo que significa para mí.
Y como casi todo en la vida, esa enorme alegría lleva aparejada una buena dosis de tristeza; cuando entrado Septiembre, mi mente me traiciona repitiendo a menudo la canción de Amaral: “No quedan dias de verano, el tiempo se los llevó…”  ¡Qué pena!

En fin Amigos, saludos para todos, y para los amantes del verano… felicidades, enhorabuena y, pecando de repetitivo :
                            ¡ BUEN VERANO !

                                                  Ánel Denic