-¡Dígame!
-Hola Vero
Me tuve que sentar. Estaba de pie en la salita junto al teléfono. Agradecí la silla que tenía al lado, porque las piernas se me habían aflojado a causa del temblor que me recorría todo el cuerpo.
Estaba convencida que jamás volvería a oír aquella voz…su voz.
La semana pasada, hizo un año que la había oído por última vez, y hasta hoy seguía pensando que jamás volvería a escuchar aquella música.
Las siguientes palabras: “vuelve por favor”, abrieron un manantial en mis ojos.
Bastante tiempo antes del fatídico día de mi marcha, nuestra convivencia no iba bien, pero en aquella discusión nos dijimos palabras que nunca pensé que salieran de nuestras bocas, sobre todo de la suya.
Cuando levantó el brazo para darme un golpe que en un último instante se lo dio a la pared; creí que me rompería la cara, pero no, fue su mano la que se rompió.
¿Fue el alcohol? Quizás. Hacía un tiempo que los problemas laborales y con su familia los sumergía en ginebra a diario.
Cuando supo que yo había tenido un desliz fue el detonante de aquella enorme discusión final y definitiva.
Sólo me llevé mi bolso con las tarjetas y el D.N.I. Volví a Sevilla, a1200 Km del piso, que aunque era nuestro hogar, pertenecía a su familia.
Al día siguiente ya no sabía cómo podría seguir viviendo sin él, y aún no lo sé.
Había tanto amor en mi corazón, que aún sigue lleno a rebosar.
Me ha dicho que el alcohol ha desaparecido de su vida pero que su amor por mí, sigue intacto…
No puedo seguir así, voy a volver.
Un saludo
Angel Denic
