El suelo se hundió bajo sus pies. El hombre desapareció en cuestión de segundos, tragado, y sepultado rápidamente por la tierra que rellenó el agujero; como si unos seres invisibles, manejando unas palas transparentes, como ellos, hubieran decidido borrar el rastro de Luis en un santiamén.

Dias antes, las obras en la calzada del “Pasaje de la Acacia”, habían dejado al descubierto lo que parecía un refugio de la Guerra Civil.
Se procedió a perimetrar una zona de trabajo para acceso exclusivo de los operarios de la obra (entre ellos Luis), encargados de aflorar la antigua construcción.
Tras el accidente, todos comenzaron un arduo trabajo de retirada de escombros, tratando de localizar el sitio exacto donde había sido engullido el compañero, sin que hubiera quedado señal alguna.

En el momento del incidente, Luis sintió cómo sus pies quedaron sin apoyo y de repente una fuerza extraordinaria lo succionó, entre cascotes, piedras y tierra, hacia el fondo de lo que parecía un pozo, que se abría para dejarle paso al tiempo que se rellenaba tras de sí.
En pocos minutos el terror de notar cómo se hundía en la profundidad desapareció, dando lugar a una tranquila sensación de seguridad; como la de un topo moviéndose entre la tierra, sin necesidad de utilizar ojos para apreciar lo que ocurre a su alrededor.

En el exterior, los compañeros de Luis no daban crédito a lo que acontecía.Varios de ellos se afanaban en sacar paladas y paladas de tierra, sin que disminuyera su nivel, ni un centímetro.
Siguieron trabajando mientras esperaban una pala mecánica; que a su llegada sustituyó de inmediato a los hombres agotados por la inútil faena de retirar de retirar una tierra que no disminuía nunca.
El operario que manejaba la pala creyó que estaba soñando; una hora después de comenzar, había llenado casi dos camiones, sin embargo, el nivel seguía en el mismo sitio ¿Cómo era posible, de donde surgía la tierra que reponía la que había retirado?
El capataz de la obra, decidió avisar al arquitecto, quien a su vez contactó con un geólogo… Continuará.

 Saludos 

Ángel  Denic