El hombre finalizó la ducha, secó como pudo su cuerpo haciendo gestos de dolor por el daño que su artrosis lumbar le provocaba con los movimientos de la toalla.
Un dolor permanente que a veces, como aquel dia, se agudizaba dificultando el mantenimiento de una posición ergida.

Miró a su enemigo que le esperaba colgado en la pared como siempre, dispuesto a devolverle una imagen que no le agradaba en absoluto.
Pensó que no era buena idea, pero a pesar de ello se acercó al espejo dispuesto a observarse con detalle. Algo muy poco habitual en él, tenía miedo, pánico.

Miró con detenimiento el color de su cabello, casi blanco.

Cientos de pequeñas arruguitas en las comisuras de los párpados, y dos bolsas grisáceas en los inferiores, casi enterraban sus ojos, y recordó con pena la esplendidez que en otros tiempos los caracterizaba.

La distensión facial provocaba unos surcos que descendían  como profundos canales desde la nariz hasta las comisuras de los labios.

La piel de la mandíbula se había descolgado y unos pliegues intensos resaltaban una picuda barbilla que solo existía desde poco tiempo atrás. Él nunca tuvo aquel mentón que ahora sumaba a darle un envejecido aspecto.

Continuó repasando con su vista la piel del cuello. Había aumentado en extensión provocando pliegues, como un sobrante innecesario para cubrir la musculatura de la garganta.

De todo su aspecto (aún siendo desagradable en general) nada le impresionó tanto como su mirada.
En la profundidad de sus ojos faltaba lo más importante que siempre tuvo: alegría.

Durante toda su vida había mirado el mundo con esperanza.

* Esperanza de poder solucionar cualquier problema,y ahora no podía.

* De hacer realidad imaginarios proyectos que nunca había conseguido.

* De ser capaz de avanzar siempre, y ahora estaba detenido, quieto.

* De que todo iría a mejor, cuando todo va a peor.

* De tener tiempo de sobras para cualquier cosa, pero no lo hay para nada.

* De reírse del mundo, ahora solo queda seriedad.

Ahora…ahora..¡Coño! ¡Qué mal dia!

Dio un puñetazo y rompió el espejo.

Un saludo

Angel Denic