Hoy estoy melancólico, tal vez por eso he pensado rememorar algunos pasajes de mi existencia.
En nuestra familia éramos cuatro.
Mi padre, una buena persona aunque bastante dictador. Todo había que hacerlo según sus normas y decisiones.
Mi madre, un encanto. La convivencia en casa era armoniosa. Nunca llegué a comprenderlo, pero así era. Siempre me pregunté cómo podían llevarse tan bien, siendo tan diferentes.
Ella era rebelde, no aceptaba imposiciones así como así. A pesar de ello no había discusiones, sería porque se amaban.
Además de mis padres, estábamos Berto y yo. Los dos habíamos sido adoptados, era en lo único que nos parecíamos. En todo lo demás no podíamos ser más diferentes.
Cierto que de pequeños jugábamos y nos divertíamos juntos. Pero en cuanto crecimos cambiaron las cosas.
Berto era algo mayor que yo, además me sobrepasaba un palmo.
Siento tener que decirlo pero mi hermano siempre fue insoportable para mí.
Aprovechaba su mayor corpulencia para amedrentarme. Aunque solo me asustaba cuando éramos pequeños, con el tiempo dejé de darle importancia. Supongo que al comprender que estaríamos juntos toda la vida, dejamos a un lado nuestra “ relativa”, enemistad; siempre nos tuvimos cariño.
Eso no quiere decir que soportara fácilmente sus caprichos y forma de ser. Un bravucón escandaloso.
Lo siento, no me gusta decir nada malo de nadie. Además, hablar mal de los muertos queda fatal, y Berto murió en un accidente de trafico hace poco más de un año.
Dicho esto, sigo pensando que para mí en muchos aspectos fue insufrible.
Era un redomado “pelota”, y mi padre se lo agradecía demostrando claramente que era el favorito, y yo poco más que una mierda.
Pensaréis que serían figuraciones mías. Un padre no se comporta así. Pues el nuestro sí.
De todas formas nunca me afectó demasiado. Berto siempre se comportó como un “perro“. Obedecía a cualquier orden que le diera nuestro padre. Yo, quizás por llevarle la contraria no hacía ni puñetero caso .
Por otra parte, mi espíritu rebelde era lo que más apreciaba mi madre. Hasta cierto punto me parecía a ella; que no soportaba órdenes de nadie.
Eso se traducía en un cariño mutuo. Aunque ella no quería que se notara, siempre he tenido un sexto sentido para asuntos de amor y sabía que yo era la debilidad de mi madre.
Tenía gestos inconfundibles de ternura hacia mí; en cuanto me tenía cerca, me abrazaba y me acariciaba la cabeza. Enseguida se aproximaba Berto, envidioso, yo no decía ni palabra, pero le miraba a los ojos con toda la “mala leche” del mundo y no hacía falta nada más. Me comprendía.
En honor de la verdad debo decir que el dia de su muerte, lo sentí mucho. A pesar de lo que me molestaba, siempre lo he echado en falta.
Con su marcha desapareció la alegría del hogar. Mi padre andaba como sonámbulo y mi madre, no hablemos.
Pasado el tiempo, comprobé que yo nunca podría sustituir en el corazón de mi padre el amor por Berto.
Sin embargo, con mi madre ocurrió algo extraordinario, o al menos así me lo pareció, su amor por Berto lo sumó al que ya me tenía.
Por eso estoy horrorizado sabiendo el daño que le voy a ocasionar en breves dias.
He tenido una mala caida y me he roto algunos huesos importantes.
Mi instinto me dice que no voy a salir de esta. Lo sé.
Necesitaría ayuda para moverme, y para todo. A pesar del dolor que le produciré cuando me vaya; no hay otro remedio.
¿Qué hace un gato como yo, con la agilidad reducida y sin poder valerse por sí mismo?
Me abandonaré, no quiero vivir asi!
Un saludo
Angel Denic
Que imaginación
Muchísimas gracias por tu atención
Un saludo
Angel Denic
Que extraordinaria sensibilidad.
Muchas gracias por tu atención, me alegra que te haya gustado.
Un saludo
Angel Denic